domingo, 19 de septiembre de 2010

LA LLORONA MITO POLIFÓNICO


Rafael Sánchez Avilés

Llamo polifónico al mito de la Llorona porque encuentro en él muchas lecturas y relatos que se han generado en diversas partes de Hispanoamérica, con diferentes variantes de forma pero que no lo afectan en lo fundamental. Me gusta la parte literal del relato, porque nos acerca a lo desconocido de un halo misterioso que nos ubica entre los muertos o mejor, a los muertos entre los vivos. Se trata de un alma que no descansa, a la que muchos temen desde que la creyeron ver y haber escuchado un lamento de profundo dolor por la “pérdida”. Hay otra parte relacionada con el origen de la narración, que pudiera no ser precisamente la América que conquistaron los españoles sino la propia España, indicios que bien podrían de tomarse en cuenta en el origen del mito de la Llorona. Con este documento intento un ensayo de trabajar el mito utilizando la metáfora y la analogía.

Por la leyenda sabemos que la Llorona es la madre que deambula por los caminos llamando a los hijos que perdió.

En la Nueva España, en plena conquista de los españoles, en el siglo XVI se cuenta que una mujer indígena, enamorada de un caballero español tuvo con él tres hijos. Más tarde, el hombre casó con una mujer española. Al enterarse, la indígena enloqueció de melancolía, de dolor y ahogó a sus tres hijos en el río. Al ver lo que había hecho, se suicidó. Desde entonces, su fantasma pena por las noches y se la oye gritar "¡Ayyy, mis hiiiijoos!" (o bien, emitir un gemido mudo y profundo). Por esto, los habitantes de los pueblos la llamaron Llorona, quien por las noches y a la luz de la luna recorre el lugar donde murieron sus hijos y ella se quitó la vida. Parece confinada a ser un alma que pena, que descansa durante el día y por la noche sufre el castigo por sus actos.


En alguna forma la Llorona nos recuerda el mito de Prometeo, ella “apaga el fuego” quitando la vida a sus hijos y a ella misma para tener control sobre el fuego que la consume. Prometeo “vivifica el fuego” para que la humanidad sea. Ambos desobedecieron una prohibición en torno del amor, ella por el amor perdido no obedece la conservación de la vida de los otros que son ella misma; él para preservar a la humanidad, como acto de amor, entrega el “fuego” que es la conciencia de sí misma. Ambos son castigados, ella por la “noche” que le permite renacer durante el día para matarla nuevamente; él por un “ser hambriento” que le arranca las entrañas a medida que renacen. Así fue, así ha sido hasta que fueron perdonados, Prometeo recibe el perdón en la salvación a manos de Hércules, La Llorona es subliminada por el “Amor” que ha vencido a la “noche” y ahora le canta.


La Llorona Redimida


En México se escuchan los versos del Amor. Para muchos la vida y la muerte dejaron de ser opuestos y distantes, penar ya no da miedo…

“Dicen que no tengo duelo, Llorona, porque no me ven llorar Hay muertos que no hacen ruido, Llorona, y es más grande su penar…

La pena y lo que no es pena, Llorona, todo es pena para mi,

Ayer penaba por verte, Llorona, y hoy peno porque te vi.

Ay de mi, Llorona, Llorona,

Llorona de azul celeste, Aunque la vida me cueste, Llorona, no dejaré de quererte

Llorona llévame al rio, Tápame con tu rebozo, Llorona, Porque me muero de frío. Si al cielo subir pudiera, Llorona, las estrellas te bajara, la luna a tus pies pusiera, Llorona, con el sol te coronara.

Ay de mi, Llorona, Llorona

Llorona de ayer y hoy, ayer maravilla fui, Llorona y ahora ni sombra soy.

Salías del templo un día, llorona, cuando al pasar yo te vi, hermoso huipil llevabas, Llorona, que la Virgen te creí. Me subí al pino más alto, llorona, a ver si te divisaba. Como el pino era muy tierno, Llorona, al verme llorar, lloraba.

No sé que tienen las flores llorona, las flores del camposanto,

Que cuando las mueve el viento, Llorona, parece que están llorando.

No creas que porque canto, ay Llorona tengo el corazón alegre, también de dolor se canta, ay Llorona cuando llorar no se puede.

Hay de mí Llorona, Llorona

Dame tu amor el cielo puede esperar, ay Llorona pero mi corazón no.

Llorona de negros ojos Ya con esta me despido, Llorona adorándote de hinojos.


La Llorona nos Enseña


El mito de la Llorona encierra al parecer una parábola que al aplicarla al particular, a una persona, nos remite a una concepción de duelo no vivido que, como dicen los psicoanalistas, se presenta como una reacción frente a la perdida de un símbolo, que puede ser la persona amada o un objeto al que se tiene una gran atribución de valor y de sentido, como es la idea de hijo, de padre, de madre o bien de familia, de comunidad, de cultura, de patria, libertad, democracia entre otros. El “fuego” que nos entregó Prometeo nos da la oportunidad de llegar a tener conciencia de nuestros símbolos, oportunidad que empieza a consolidarse cuando reflexionamos nuestras lecturas de la realidad, sobre sus formas de existencia, de interpretación y de comprensión. Considero que debido a esta reflexión llegamos a tener conciencia de lo que tenemos o que hemos dejado de tener.


La razón de aludir a la pérdida de símbolos es de buscar otros orígenes del mito de la Llorona en ámbitos un tanto diferentes a la leyenda de México y otros países de América Central y del Sur. Es posible reconocer el mito que nos ocupa desde influencias más arcáicas, por ejemplo la pérdida de territorios y posesiones geopolíticas y regionales la veo connotada con la frase: "llora como mujer lo que no supiste defender como hombre" que se ha convertido en una leyenda con motivo de la recuperación de España, en el siglo XV, de la ciudad de Granada, último reducto de control político de lo árabes. La fábula cuenta que Aixa madre del último sultán se expresó así al mirar a su hijo que lloraba al salir de Granada camino de su exilio. La tradición ha convertido aquella leyenda en otra expresión bastante difundida que es: Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde la cual se acepta como una interpretación análoga a la de aquellos tiempos.


Hemos presentado una metodología consistente en trabajar el mito en conjunción con fábulas y leyendas para llegar a otra salida que bien puede ser una nueva leyenda que nos ayude a comprender mitos y desde estos, explicar fenómenos sociales que se consideraron importantes en la geopolítica de América Latina, así la fábula: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, da sentido al propio mito de la Llorona, los versos que se presentan dan cuenta de los muchos que al cantarlos la Llorona les representa el amor perdido, amor que no supieron valorar en su momento. Otro ejemplo muy socorrido es el de los mayores que hoy se quejan de su adolescencia, a la que recuerdan no haber aprovechado las oportunidades que sus padres les dieron de preparase para el futuro.


A nivel geopolítico, en el siglo XIX, en 1822, los mexicanos de entonces seguramente se arrepintieron haber dado permiso a colonos gringos asentarse en el territorio de México, perdiendo Texas que devino en estado de los Estados Unidos. Este ejemplo es a propósito de nuestros 200 años de independencia que celebramos en estas fechas. Un ejemplo más es la migración de hispanoamericanos de los países exportadores de hombres, mujeres y niños, cuyos gobiernos se lamentan como “lloronas”- en el sentido de Aixa- por el destino incierto de quienes pierden la vida en su intento de llegar a los Estados Unidos. Cómo último ejemplo de nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde es la pérdida de los ecosistemas debido al impacto del tipo de vida urbana que se ha impuesto como forma adecuada de desarrollo.


En suma, como corolario de que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde es la necesidad urgente de llegar a tener conciencia de la fábula perdida, apropiándonos del “fuego” que Prometeo nos entregó, que como una nueva educación, nos impulsará hasta alcanzarla.

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